Tutti frutti urbano
Para festejar el Día del Árbol, el sábado 29 de agosto se hizo una recorrida de reconocimiento de árboles en la comuna de Recoleta. Ludmila Medina, de “La ciudad nos regala sabores” nos guió por las calles y parques de esa zona.
En esa caminata vimos, como pasa en toda la ciudad, que la gran mayoría de los árboles de las calles son exóticos: fresnos, paraísos, ficus, gomeros. En el caso de los fresnos y los plátanos, se plantan porque son de crecimiento rápido y resisten la contaminación urbana. Los gomeros y ficus muchas veces son responsables de tapar las alcantarillas, porque sus hojas tienen látex y tardan en descomponerse. Algunos árboles nativos como ceibos, palmeras pindó, talas y ombúes hoy casi no se ven en Buenos Aires y fueron reemplazados por árboles del Norte del país, como los lapachos, los jacarandás, las tipas y los palos borrachos.
Ludmila se dedica desde 2012 a generar conciencia sobre el aprovechamiento de los árboles frutales y las plantas silvestres comestibles (mal llamadas malezas) que crecen en la ciudad. En ese año creó la página “La ciudad nos regala sabores” que tiene un mapa interactivo donde cualquier persona puede “declarar” los árboles aprovechables con su dirección exacta. Al día de hoy el mapa tiene 1980 árboles marcados y sigue en ascenso. Esta iniciativa se replicó en muchas ciudades, como Corrientes, Córdoba, Rosario, Santa Fe, Bahía Blanca y Necochea.
Las frutas más comunes son mandarinas, limones, naranjas dulces y amargas, kinotos, nísperos, ciruelas, paltas, higos, nueces comunes y de pecán. También se pueden recolectar duraznos, damascos, ciruelas, pomelos y plantas de tilo, aloe vera y ginkgo biloba. La distribución en la ciudad es despareja, con mayor concentración en los barrios con menos edificios, como Liniers, Mataderos, Parque Avellaneda, Monte Castro, Floresta y Villa Luro.
Uno de los objetivos de “La ciudad nos regala sabores” es crear conciencia sobre la importancia de no desperdiciar comida que está al alcance de todos. Eso incluye esperar a que esté madura, pedir permiso al vecino del árbol frutal, recolectar con la idea de consumir y compartir y evitar que la fruta se use en forma irresponsable, como en juegos de chicos.
Durante la recorrida, Ludmila, que es Técnica en Producción Vegetal Orgánica e Inspectora del arbolado público porteño, fue aportando datos más que interesantes:
- La semilla es la forma original de propagación de cualquier planta. Algunas pueden crecer “de gajo” o estaca, pero tienen menor estabilidad.
- Los frutales injertados dan frutos antes que los naturales, pero no es imprescindible hacerle injerto a una planta para que produzca frutos.
- Se suele decir que las naranjas de la calle son amargas porque no tienen injertos, pero eso es falso: es así la especie y puede aprovecharse muy bien para licores y mermeladas.
- Los tilos de la calle son híbridos y aunque las flores son más suaves que las compradas en dietéticas pueden aprovecharse de la misma forma, si se cosechan en cuanto se abren y se dejan secar.
- El níspero es una fruta poco conocida, los árboles dan grandes cantidades de frutas carnosas del tamaño de un kinoto, y con sus semillas se puede hacer una infusión similar al café.
- El aguaribay o falsa pimienta produce un frutito rosa que tiene el mismo sabor picante cuando se muele y es una planta autóctona que nadie conoce.
No todo lo que reluce es orgánico
Ludmila explicó también que muchas frutas “de la calle” no están brillantes ni tienen la cáscara perfecta, y eso hace que mucha gente desconfíe de su buen estado. En realidad, eso se debe a que no están rociadas con agroquímicos como las que se venden en las verdulerías. Se pueden lavar bien y consumir las partes sanas (desde el Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad se las considera comestibles si están maduras).
También aclaró que no hay estudios hechos sobre el efecto de la contaminación ambiental en ellas, y que alguna institución debería hacerlos para evaluar el impacto de la polución y poder comparar estas frutas con las comerciales.
La mayoría de los frutales que existen fueron plantados hace muchos años. En la Ciudad existe una ley que prohíbe plantar nuevos árboles frutales en la vía pública, basada en el peligro de que una fruta caiga sobre una persona o la haga resbalar sobre ella, o porque la fruta caída ensucia las veredas. Considerando esta prohibición, un buen proyecto sustentable sería el de crear “plazas comestibles” como se está haciendo en la ciudad de Corrientes: plantar frutales en una plaza o en un corredor verde de la ciudad y aprovecharlos de forma comunitaria, como se hace ya con las huertas.
Además de recolectar y compartir las frutas, las recorridas tienen otros beneficios, como apreciar los paisajes, aprender a valorar árboles que pasan desapercibidos, compartir experiencias diferentes y recuperar tradiciones e historias de cada barrio. Es una forma distinta de acercarnos a la Naturaleza y a nosotros mismos en plena ciudad.
daniela
abril 25, 2020 @ 11:31 pm
Holaaa ! Que hermoso ! ¿Cómo podemos conseguir la réplica del mapa frutal en Córdoba?!
Joy – El Brote Urbano
junio 13, 2020 @ 4:25 pm
Hola Daniela,
es un hermoso proyecto! Quizás podes tomar la iniciativa!